“¿Qué pregunta no te han hecho que te gustaría responder?”, le cuestioné curiosa. Su respuesta fue inesperada. “¿Qué yo quisiera ser en la vida?”, me dijo. Así que le devolví la pregunta: “Entonces, ¿qué quisieras ser?”. “Bailarín de ballroom”, respondió sin titubeos. Confieso que sus inesperadas contestaciones me provocaron la introspección. ¿Cuántas veces contemplamos a alguien en la exuberancia de su gestión personal y profesional, y no logramos imaginar lo que yace sostenido en las esferas de su llama vital?