Cuando recayó en Verónica González la tarea de crear los nuevos locales de Sobao, una nueva identidad estaba por nacer. Mateo Cidre adquiere las panaderías Los Cidrines de su padre y deseó modernizarlas creando un concepto nuevo e innovador. Es así como en su primer local en la zona de San Francisco en San Juan, Puerto Rico, surge la Bodeguita de Manolo como un secreto guardado tras una puerta modesta en la parte posterior de la panadería. La sorpresa tras cruzar el umbral es encontrarse un restaurante y bodega que se ha destacado en los últimos años por sus deliciosas ofertas gastronómicas. El éxito de este concurrido lugar le abrió las puertas a nuevas localidades.


De este modo, Sobao abrió un nuevo local en Condado en la Avenida Ashford y otro en Santurce en la Avenida Ponce de León.


Un reto era crear un ambiente cálido y acogedor que invitara a los comensales a regresar.


«Sobao tiene ladrillos grises, que parecen que llevan años ahí, un look industrial, unas cajitas con plantas sobre las mesas hechas a la medida. Bodeguita de Manolo está dedicado a su papá, con un ambiente más masculino. El de Condado está dedicado a su abuela, Doña Lydia, con cosas vintage, un toque del pasado. En Santurce hay una mezcla de los dos de una manera moderna y creativa. En el diseño de cada local, la localización influye mucho en la inspiración y resultado final», explica Verónica sobre cómo desarrolló el concepto para la nueva marca.


«Puedes hacer un ambiente industrial cálido. Las plantas siempre traen verde, algo vivo; distintas iluminaciones de toques calientes como la amarilla, no blanca. La madera ayuda mucho, usando distintos colores», mientras reconoce que su trabajo requiere de colaboración con artistas, arquitectos, contratistas, ingenieros, electricistas y un arsenal de personal para lograr una visión con éxito.

Con un trasfondo como artista y food stylist, cabe destacar que González logra un ambiente con dramatismo, momentos y detalles que cuentan una historia.


«Se está definiendo una identidad, un branding», asevera.



«Es una experiencia. De eso se trata. No importa si te vas a tomar un café o una copa de vino. Cada vez es una experiencia diferente dependiendo de dónde te sientes», asegura González.



Pero el proceso no es tan sencillo como parece. Hay que conocer bien al cliente, sus gustos y visión.

«Diseñar es crear, captar un punto, un detalle, una persona. Hay que adentrarse en la cabeza de esta persona y qué visualiza para plasmarlo en la realidad. Hay que soñar escuchando al cliente y crear como se hace un rompecabezas. Lo bueno de este cliente es que me permite libertad creativa», nos comenta la también propietaria de V Design Studio.

¿Y de dónde saca tantas ideas? «Me gusta viajar y veo otro mundo de creación, cultura, colores, materiales y visiones. Estos lugares increíbles y fabulosos me inspiran» confiesa. «Yo amo mi trabajo. No me imagino un mundo sin diseño».