Una casa de hormigón construida en la década de 1990 necesitaba una actualización. La cocina cerrada creó una pared entre los espacios de vida, y la decoración, en colores primarios saturados, produjo una atmósfera bastante fría. En 2017, los propietarios decidieron actualizar la propiedad con un aspecto más contemporáneo y global.
Este fue el desafío asumido por el equipo de Desjardins Bherer. Las particiones alrededor de la cocina bajaron para crear una sala de estar completamente abierta que dejaba entrar tanta luz como fuera posible. Se usaron gabinetes de almacenamiento bajos para abrir y liberar el espacio. La circulación se redefinió y la estructura se racionalizó.

Dado que la casa fue construida con concreto, no tiene muros de carga, por lo que la cocina podría estar completamente abierta a los espacios habitables. La única restricción era el piso de concreto pulido, que tenía un sistema de calefacción radiante que no podía modificarse. Cualquier cambio en las tuberías estaba fuera de discusión.

La cocina es por lo tanto el núcleo de la propiedad. Los gabinetes blancos con un mostrador del mismo color, colocado frente a una ventana grande y expandida, pueden acomodar todos los accesorios. Dos unidades de gabinete de roble teñido de gris se enfrentan a la cocina, demarcando discretamente el espacio.
El diseñador Marc Bherer y su equipo usaron la uniformidad para crear una decoración armoniosa. Alfombras idénticas en la sala de estar y la sala de estar crean una unidad visual atractiva, al igual que los sofás de lino y las lámparas de lectura en los dos espacios. La chimenea, abierta a ambas habitaciones y revestida de hormigón, también aporta cohesión a los espacios.

En la sala de estar, se ha integrado un gran espacio de almacenamiento debajo de la chimenea, que se extiende debajo del asiento del rincón del desayuno. Este elemento práctico se mezcla con la habitación sin agregar desorden. Las mesas de centro y las mesas ocasionales han sido seleccionadas por su simplicidad, y su refinamiento agrega una presencia graciosa, al igual que los pequeños sillones. Las obras de arte y los recuerdos recogidos por los propietarios en su casa de campo mantienen una discreta presencia bajo las ventanas de la sala de estar y el comedor.
La decoración está repleta de texturas naturales y colores neutros. Tejidos de lino, bambú, cuero y “Chanel” cohabitan con hormigón y acero. La estudiada selección de materiales, muebles y colores le da al espacio un sabor único, calentado por la luz que fluye a través de las muchas aberturas en la planta baja.

La entrada a esta casa hábilmente actualizada, llamada la “galería”, muestra fotografías de uno de los amigos de la pareja. La más grande de estas imágenes, creada para el espacio, adorna la pared que separa la cocina de la entrada. La suave iluminación de esta sala establece el tono y cada cuadro se ilumina por separado.

La pieza central del diseño: la lámpara de suspensión en el comedor, una obra en vidrio soplado de Gabriel Scott. Una verdadera obra de arte, la lámpara se refleja en la mesa de cristal ahumado con un efecto dramático.

Aliviado de sus particiones, el espacio ahora puede expresar todo su potencial: un plan abierto, testimonio de las grandes teorías de la arquitectura moderna. Las texturas, los materiales y la pertinencia del diseño se destacan en esta casa donde los espacios de vida finamente entrelazados se suman a la alegría de sus ocupantes.
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