En 2013, los arquitectos de Smartvoll ganaron la competencia internacional para el loft en el Panzerhalle. Su diseño cautivó por su dramaturgia espacial. En 350 metros cuadrados y dos niveles, la idea clásica del loft es notable, sin embargo, se reinterpreta de varias maneras. “Nunca juego con la fachada, yo no vivo ahí”, dijo Adolf Loos. Así como Loos define el espacio, Smartvoll hace lo mismo más de un siglo más tarde. Un enfoque especial recae en el exhaustivo uso de materiales y lo que es tecnológicamente posible.

La arquitectura se desenvuelve en el interior. El concepto de habitación y espacio desarrolla lo encontrado y retiene lo establecido. El concreto suave y pulido es uno de los materiales decisivos para darle forma al interior.

“Quisimos revitalizar el encanto original del espacio. La magnanimidad y la experiencia espacial de ambos niveles eran la prioridad en todas sus dimensiones”.

El espacio no solo está siendo preservado, sino que está siendo enriquecido por cualidades completamente nuevas. Para asegurar luminosidad consistente en todas partes, Smartvoll decidió abstenerse de las galerías típicas y dejar la ventana de cinta superior libre. El dormitorio, el baño y el cuarto para visitas están distribuidos en el espacio como entes separados. El epicentro del salón es la cocina — un bloque de 7 metros de largo. La composición total se completa por una escultural escalera de concreto que, no solo abre todos los salones, sino que también parece cargarlos.

“A través de la escalera, que se extiende a lo largo de todas las habitaciones, no ves el camino entre los niveles como una conexión vertical funcional, sino como una experiencia espacial eléctrica”.

Incidentalmente, la escultura divide el salón, creando un techo sobre la cocina, recesos y elevaciones y, por lo tanto, te permite permanecer en movimiento — y ver todo desde todas partes. Lo mismo aplica a la ducha de cristal, que sobresale del bloque de cristal del baño a una altura de cinco metros. Una decoración a-la-James Bond se puede encontrar en todas partes. La estrella absoluta, aún cuando está un poco escondida, es el área de bienestar, con chimenea incluida.

Las escaleras son una arquitectura dentro de la arquitectura. Hecha a la medida, la ingeniería fue exhaustiva en todos los aspectos, un suave objeto con dimensiones mínimas, pero un tremendo impacto espacial. Además del concreto, solo materiales sutiles y semitransparentes se usaron, como el Profilit, para separar el área de los visitantes, cortinas para el dormitorio o muebles integrados, como el estante colgante de acero. Cada mobiliario parece estar integrado a la construcción, una imagen inalterable que celebra el espacio libre.

“Las conexiones de espacio y vistas se sostienen de forma intacta y maravillosa y el salón no está dividido en distintos entes, sino que puede experimentarse perfectamente con su impresionante altura de 8 metros”.

En el nivel inferior, el salón se conecta a dos balcones. No obstante, hasta la fachada se alinea con los cargadores de la escultura de concreto; los balcones parecen alcobas adicionales al concepto total. Resaltan un jardín zen que incluye un montículo de grama, un árbol de jazmín y una clásica terraza para relajarse.
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