El día y la noche, el Yin y el Yang, la ausencia y la suma de todos los colores. El blanco y el negro son opuestos y, como suele suceder, los opuestos se atraen en juegos de equilibrios y contrastes, geometrías y motivos que nunca pasan de moda.
El blanco crea la percepción de una habitación más grande y luminosa. Dado que el blanco refleja la luz tan bien, da la ilusión de que las paredes tienen más espacio. Cuando entra la luz natural, rebota en las paredes y crea una sensación ligera, aireada y sin esfuerzo. Para habitaciones más pequeñas, esto puede ser de gran ayuda. Nuestras mentes equiparan más brillante no solo con sentirse más espacioso sino también más acogedor.
No le tengas miedo al negro. Puede resultar demasiado abrumador o intimidante, pero este color tiene varios atributos maravillosos.
El negro hace lo contrario del blanco y absorbe la luz en lugar de reflejarla. Debido a esto, el negro crea profundidad y enfoque.
Esta combinación puede otorgarle a cualquier ambiente una apariencia más fresca y limpia, y a la vez un toque de sofisticación y elegancia que impacta de primera instancia.
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