Una mirada crítica a las carpas de venta de limonada desde la perspectiva del urbanismo como nodos de actividad social
La multiplicación de quioscos de ventas en las calles ha alcanzado un nivel caricaturesco con la proliferación de las carpas de venta de limonadas. Un paseo por cualquier vía principal serviría para observar sus logos coloridos, la creatividad de sus nombres surtidos de clichés que atraen al comprador de lo artesanal y lo orgánico, la variedad de sabores obtenidos con sirope de piragua que recuerda un paseo por el Viejo San Juan y, sobretodo, sus números – son muchos y están en todos lados. Ya comienzan los comentarios sínicos en las redes sociales, provenientes de la apreciación simple de un mercado sobresaturado. Sin embargo, una crítica superficial no devela justamente el valor de este fenómeno socioeconómico. Son buenas para la economía ya que son pequeñas empresas y son buenas para encontrarte con gente y compartir.
Una consecuencia positiva de la economía desmoralizada contemporánea en Puerto Rico ha sido el avance del micro-empresarismo y la proliferación de economías solidarias como negocios que operan desde paisajes informales. Se hace referencia a paisaje o espacio informal cuando el mismo no cuenta con la infraestructura general apropiada para albergar el programa propuesto, ya sea por no haber sido planificado o permitido por códigos o reglamentos. Esta declaración puede ser comprobada con la simple observación al ser fácil notar la aparente multiplicación de negocios efímeros, móviles, movibles, de fácil levantamiento y con pocos anclajes que dejan de depender de estructuras clásicas y, por ende y como objetivo principal, dejan de estar atados a un lugar o a una estructura inmóvil y todo el compromiso que esto implica. Sencillamente, es más factible crear una empresa de esta índole al ser menos riesgosa y, si prueba ser exitosa, es menos oneroso su mantenimiento.
Las economías que surgen en espacios informales están redibujando el paisaje que observamos día a día. Luego que el carro cambiara nuestro estilo de vida para lo antisocial, las calles suburbanas y carreteras rurales se adueñaron del entorno para lo peor. No es coincidencia que las calles se estén llenando de estos tenderetes, que no son otra cosa que espacios cívicos en miniatura. Lo que antes no era un lugar, ahora brinda la oportunidad para un encuentro social – mientras te refrescas del calor tropical bebiendo una limonada gourmet.
Esta es la primera de una serie de cuatro, Si la vida te da limones. El autor es Profesor de Diseño Urbano en el Programa Graduado de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Puerto Rico y editor de la revista Arq.i.tec.