Siento fascinación por los lugares que acogen la bandera de Borikén. Es como si esa hermosa tela rectangular me diera la bienvenida, no solo a una historia milenaria sino a una que se crea constantemente. Imagine entonces la poderosa atracción que experimenté al entrar al espacio y observar que tanto a mi lado izquierdo como al frente los colores blanco, rojo y azul celeste se pronunciaban con intensidad. Sin embargo, la escena se movió rápidamente a otra de condiciones polifacéticas.
Sonaba música house, del techo colgaba una esfera mediana al estilo disco de la época de los años setenta que reflejaba pequeños círculos luminosos y móviles, y en una de las paredes se proyectaba una especie de documental mudo que mediante subtítulos e imágenes mostraba el urgente problema de la contaminación medioambiental. Era temprano, pero allí convivían la oscuridad y los focos de luces intermitentes y multicolores; aún no se reunía mucha gente. De modo que le seguí la pista a los cuadros que colgaban de la pared lateral al escenario y de improviso me encontré en otra dimensión. Aquello era una obra en construcción: cintas que anunciaban “caution”, drones anaranjados, un tipo de verja flexible que detenía el paso y, sobre todo, mucha luz. Aquí, las conversaciones se confundían con la música.


Sin duda, estaba a punto de pasar algo particular. Podía anticiparlo porque en el medio de aquel sitio, que lucía como una fábrica, se levantaba una gran cosa cubierta por tela negra. Y digo “cosa” porque era imposible suponer qué se escondía debajo. “La Pila” era lo único que se alcanzaba a leer. Los participantes se fueron acomodando; sabía que estaba asistiendo a una competencia. La sorpresa llegó un poco después. La presentadora dio las instrucciones del evento: treinta segundos para mirar lo que se mostraría y luego escoger entre los objetos lo que serviría para la creación. Y es que los competidores eran artistas del patio y las cosas habían sido descartadas como basura y ahora reutilizadas como materia prima para las obras de arte. Los murmullos se intensificaron y la basura era de lo más diversa: abanicos, una bicicleta pequeña, un inodoro portátil, paletas de madera, entre tanta más. Adicional a esto, tenían a su disposición mosaicos, losas, travertino, que 90 Grados, iniciativa de las empresas The Tile Shop y The Marble Shop, había colocado para su uso.


La Pila quedó destruida y comenzó la agitación creativa de los tres equipos de artistas que tenían dos horas para realizar sus creaciones, entre ellos: Uziel Orlandi y Sergio Hernández, Poncili Creación con Efraín y Pablo del Hierro, y Rafael Miranda junto a Melanie Rivera. El ruido de las sierras eléctricas y el martilleo se mezclaban con el sonido musical surf rock de Los Bronson que tocaban allá, en la tarima. Las chispas que emitían los soldadores y el olor áspero y agudo eran parte de esa fabricación que observaba con atención, pero que no tenía idea de cómo terminaría. Pero las herramientas no eran las únicas aliadas de estos creativos. Vi, por ejemplo, cómo Uziel utilizaba el pie para descomponer un caballito de madera, cuyas piezas utilizaría luego, o cómo uno de los hermanos de Poncili desarmaba un abanico, o cómo Rafael trabajaba con las paletas. Con el pasar de los minutos, las personas fueron esparciéndose entre la barra y la pista de baile donde el misterio aumentaba todavía más; entonces no podía verse ni escucharse nada de lo que sucedía en el área nombrada Diagonal. Otros mantenían su atención total en experimentar el proceso de una pieza de arte. Yo iba de aquí para allá, con la intención de no perderme nada.


El reloj marcaba el tiempo final. Los Bronson habían terminado de tocar. Nos reunimos frente a los artistas que daban los últimos toques. La animadora junto a todos los presentes coreamos: 6, 5, 4, 3, 2, 1, 0…


El oficio de la creación
Y ahí tres obras de arte, tan diferentes como atractivas, se mostraron al público. “Mere Pescao” –ganadora del evento- tomó como punto de partida las losas que según su realizador parecían escamas, y la intención, una imagen gráfica que la gente pudiera reconocer. “Es muy difícil desarrollar una idea, conceptualizarla, diseñarla y construirla; no es magia, hay que estudiar”, expresó Rafael acerca del trabajo creativo en general. Este artista multidisciplinario, quien tituló a su exhibición más reciente Nos comieron los dulces, sostuvo que utiliza “lenguaje ya conocido para reconceptualizarlo”. Influenciado especialmente por la historia moderna y la contemporánea, Rafael hace uso del humor como herramienta de crítica social y política. También artista del performance, manifestó seguir una “estética relacional”, por lo que sus últimos dos trabajos fueron una reacción literal a “Loving Care” de Janine Antoni y a “How to Explain Pictures to a Dead Hare” de Joseph Beuys, siendo su versión “Cómo explicarle a un cordero manso el Estado Libre Asociado”.

De otro lado, Efraín, quien dijo que aun siendo dos insisten en llamarse colectivo, declaró que Poncili Creación se basa en un estudio de los objetos y la realidad. “Las llamamos esculturas interactivas”, afirmó para añadir que es a partir de esa exploración que presentan experiencias performáticas. Con los influjos de la arquitectura, el arte tribal y el trabajo de máscara y, en específico, de artistas locales como la reconocida Deborah Hunt, y la música punk, los hermanos del Hierro crearon durante La Pila una especie de tótem rodante con diversas movilidades. Sobre la visión que se tiene en Puerto Rico de los artistas, Efraín apuntó que la Isla se encuentra en un período de transición. Asimismo, mencionó que mientras muchas personas perciben el arte “como una profesión honorable e instrumento de lucha”, otros aún se mantienen creyendo que el artista no aporta a la sociedad.

Por su parte, Uziel Orlandi, también preparador de sala en el Museo de Arte Contemporáneo y quien además cuenta con su línea de ropa De tripas corazones, narró cómo creció dentro del mundo del skateboarding para la década de los años noventa y la influencia de esta subcultura en su labor artística. Este creativo, que contó su gusto y tendencia en la reutilización de materiales, propuso finalmente en La Pila la obra “Eres lo que comes”: un tipo de títere dentro de una caja, con piezas móviles. Egresado de la Universidad de Puerto Rico en la especialidad de Grabado, Uziel realizó una exposición en 2013 que trataba con particularidad el tema de la muerte, inspirado en la celebración del Día de los Muertos, en México. Posteriormente, trabajó el tema de la vida como la simbiosis y las plantas. Según explicó, intenta ser un tanto jocoso y al mismo tiempo lograr un acto reflexivo y hasta provocar una sonrisa.

Reinvención de la basura
“(La Pila) te pone la mente en fuego y te obliga a pensar muy rápido”, mencionó Efraín para agregar que el trabajo con un límite de tiempo de dos horas como el que propuso el evento crea otra condición: cómo incluir los “errores” o lo que no les gustó a la pieza.
Igualmente, Uziel indicó que el reto mayor fue el tiempo y que más allá de una competencia, el público se interesó por ver a los artistas en ese proceso de construcción de una obra. “Me lo disfruté mucho”, complementó.
“Hablé con mucha gente que estaba muy feliz de ver un evento tan entretenido y fuera de lo común”, añadió Efraín para decir que más compañías deberían tener una iniciativa como esa en la que los materiales que se convierten en desperdicio sean donados a los artistas.
Finalmente, Rafael aseveró que fue un evento divertido y diferente, y apuntó que en una próxima ocasión le gustaría que hubiera más integración femenina y que estaría muy bien si más industrias se unieran para aportar otros materiales como metales.

Posdata
Abandoné La Respuesta, en Santurce, dejando atrás a algunas parejas que a esa hora bailaban música de salsa y con la sensación de que de allí me fui algo cambiada. Aunque fuera una competencia, La Pila fue un encuentro en el cual una interesante historia se escribió: la recomposición del medio ambiente a través de la recuperación de materiales y el reuso, siendo el artista uno de los gestores fundamentales para la restitución de nuestro mundo.
Las obras finales realizadas en La Pila por Uziel E. Orlandi Alegría, Poncili Creación y Rafael Miranda Mattei se exhiben en Diagonal hasta el 27 de marzo de 2017. El estreno mundial de LA PILA: El documental es el 20 de abril de 2017.