Carlos Betancourt se rige por sus pasiones. En la poesía de espacios que crea se infiltran vestigios de arquitectura verncular puertorriqueña. Este destacado arquitecto, quien funge como Decano de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Puerto Rico, trabaja para la gente inspirado por “el mar, la brisa y la risa de un niño”.

¿Cuándo supiste que querías dedicarte a esta carrera? Desde niño, jugando con Erector.
¿Cómo describirías tu estilo? El estilo es adaptarse al tiempo que te tocó vivir con la tecnología del momento.
¿Qué o quién ha sido tu mayor influencia? Thomas S. Marvel y la gente.
¿Cuál dirías es tu mejor habilidad? Mi intuición.
¿Con qué materiales disfrutas trabajar más? La materialidad es mi pasión. (Disfruto trabajar más con) el hormigón, la madera y el acero.
¿Cómo piensas que la tecnología ha cambiado tu profesión, tu carrera? La tecnología informa y moldea tus decisiones creativas en el proceso de diseño.
¿Qué te apasiona además de tu trabajo? La conceptualización, ese acto inicial del concebir el proyecto.
¿Cuál es tu lema personal, tu ley de vida? Luchar apasionadamente.
¿Tienes alguna limitación al momento de crear? No.
¿Qué te distingue? ¿Cuál es tu elemento diferenciador? ¡Soy un luchador!
¿Cuál es tu sello personal? ¿Cómo te expresas en tus obras? El acto simbiótico entre la obra y el paisaje. El espacio como elemento que organiza. El material como dogma que informa la obra.
¿Qué colega contemporáneo admiras? Cada colega en la profesión aporta a la arquitectura del país.
¿Cómo te gustaría impactar el mundo, la sociedad o tu comunidad? ¿Qué legado te gustaría dejar? Hay que dejar una “huella”en el paisaje y la obra que sirva a la gente.
De todos tus trabajos, ¿cuál es tu obra favorita? La Casa del Lago.
¿Cuál es la que menos te gusta? Los hijos se aceptan como vienen. No hay obra que no te guste. Todas son parte de tu crecimiento.
¿Qué haces cuando te bloqueas creativamente? ¡Me levanto de la silla!
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