Comenzar esta historia es como si me viera utilizando un caleidoscopio a través del cual se multiplican y hasta se superponen las imágenes. De este modo, el relato no puede ser lineal y mucho menos unidireccional: terminó fregando yo la taza que me habían convidado e inició en un café.
“¿Quieres agua?”, me preguntó y asentí. “¿Con hielo?”. “Sí, por favor”, dije. Y algo sobre mi largo traje blanco le habrá llamado la atención porque quiso combinarlo con una cómoda silla roja.
La tarde anterior me había tomado la oportunidad de acercarme en un café reconocido en Santurce a uno de los miembros del colectivo. Me presenté y le expliqué mi intención de redactar un artículo acerca de la próxima pieza que presentarían. Tomó mis datos y ofreció amablemente concertar una entrevista. “Soy Iván, por cierto”, creo que me confirmó ante mi despedida y la intención de que no olvidara mi petición.
Y así fue; lo recordó. Llegué al espacio cercano a las dos y media de la tarde. “¿Yari?”, interrogué. “No, soy Beba”, escuché mientras la veía en el piso; imagino que trabajando en algún objeto. Transcurrió en segundos. Se levantó, me saludó y me llevó a otra parte del local donde Yari me recibiría y, en un santiamén, noté que iba recorriendo todo el local: un lugar en el que predominaban el color negro y un montón de elementos en cajas rotuladas o dispuestos en un orden que intuyo ellos muy bien conocen.
Me senté mientras se hacían visibles algunos de los integrantes: Carlos manipulaba un objeto, Pedro Iván se movía más cerca del escenario y a Yussef lo vi de refilón entrando y saliendo del área de la cocina. A lo lejos, observé la cabeza del protagonista en el cortometraje “Nos queda el aire”. Todo parecía de un realismo mágico impresionante.
“Somos un colectivo teatral”, empezó a decir Yari, contundente y rápida en su hablar, para hacer hincapié en la forma particular en la que laboran. “La manera de organizarnos no es la tradicional: somos siete codirectores”, expresó y agregó que el grupo de teatro entrelaza expresiones artísticas diversas sin desear atarse a una definición estricta como tal. “(Queremos) sentir la libertad de expresarnos con las herramientas que encontremos en escena sin limitaciones”, prosiguió. Creamos desde un punto de partida distinto, recuerdo que manifestó la artista para proceder a hablar de piezas como “Piel” o la obra “América”, próxima a colocarse nuevamente en cartelera.

“América” o la vez que no recordé que entrevistaba
Se presentó y se sentó al lado mío, relajado y afable; la intención era exponer una sinopsis de la obra. Lo había felicitado ya por su cumpleaños que transcurría ese mismo día. “Se inspira en los recuerdos, en la memoria, tratas de hacer el ejercicio de cuánto uno puede acordarse de alguien, si te acuerdas de su olor, de un gesto que hacía”, comentó Julio. Y es que “América” está inspirada en su abuela y en la condición de Alzheimer. “Me gustaba estimular su imaginario todo el tiempo”, contó el cofundador de la compañía.
“Quería traducir el proceso familiar al proceso teatral y empecé con Nami (Beba) a crear”, mencionó Julio y añadió que “dicen que lo último que pierdes (refiriéndose aquí a las personas que conviven con el Alzheimer) son las emociones”. “Mi abuela nunca paró de reír”, culminó esa intervención.
Ya me iba sintiendo un tanto afectada por el tema. Siempre la memoria ha sido un tema recurrente en mi escritura y en mi ejecución de vida. Pero cuando Julio reveló que tendrían una función especial y dedicada expresamente a la Organización en Pro de la Atención a las Personas con Alzheimer (OPAPA), en la que estos seres participarán junto a sus cuidadores de la puesta en escena, los ojos se me aguaron y tuve que interrumpir. Le agradecí y a Yari, que oía sentada ahora aparte, la labor que realizan y sentí la necesidad de compartirles que yo también olvido, unas especies de olvidos diferentes asociados -deduzco yo- a una condición con la que convivo. Me repuse; no sin antes darme cuenta que mi intervención ante Pedro Iván para que se lograra una entrevista había sido mi mejor atrevimiento.

La dinámica creativa
Ahora Yari vuelve a estar sentada junto a mí, en realidad nunca se había ido. Luego de hablarme de los maestros inspiradores para el colectivo como los reconocidos artistas Deborah Hunt y Pedro Adorno, establece que hacer una pieza entre todos permite un proceso muy intuitivo a través del cual se expresan sentimientos y pensamientos muy suyos. El interés principal: compartir con la audiencia algo real.
“Las imágenes y los objetos comunican muchísimo y no de manera literal. El público es cómplice y parte de lo que está pasando en escena”, conversó. “Siempre nos pasa que aparecen interpretaciones que no habíamos visto”, enunció y reveló que así las piezas se transforman y van creciendo.
En relación a los objetos que utilizan entre los que se encuentran cartón, papel de periódico, envases plásticos, entre tantos más, Yari habló sobre el tesoro que encuentran en ellos y la forma en la que los transforman, dándoles variados usos. “El problema de la basura no lo resolvemos, pero aportamos nuestro granito de arena”, sostuvo.
Acerca de uno de los retos que enfrentan, la hacedora artística afirmó que es transformar el ego, el protagonismo, ver cómo en colectivo se llega a más.

La isla iluminada
Se escucha decir que Puerto Rico va a la deriva. Pero ¿y si habláramos de todas las metáforas de luz que convocan a nuestra gente? Considero que estos siete artistas, junto a sus colaboradores, son unos de esos focos lumínicos.
“¿Deberíamos parar de trabajar?”, se preguntó Yari, como eco de los demás, ante los recientes acontecimientos sociopolíticos que se han desarrollado en la Isla. Luego, llegaron a la conclusión que debían continuar su labor.
“Si no hay propuestas, no sirve de nada luchar”, puntualizó y sumó que “si hay algo de nuestro trabajo que es revolucionario es la manera en que nos organizamos”. Así, explicó que la estructura horizontal de trabajo les permite no solo tener los mismos derechos sino iguales responsabilidades. “Somos un animal con muchas patas y muchas cabezas que hemos decidido trabajar juntos para crear belleza en el sentido de bienestar”. De esta forma, Yari manifestó conceptos como la sensibilidad y de qué manera esta nos hace reaccionar más humanamente.
“Ningún opresor va a poder detener la belleza que queremos ofrecer”, sentenció para luego adicionar que en este momento crítico en nuestro país debemos seguir acogiéndonos a lo bueno que tenemos.
Por su parte y además de la ejecución escénica que realizan, Y no había luz brinda talleres de títeres, máscaras y juegos teatrales — por ejemplo — a las diversas comunidades; esto con la ilusión de que lo que comparten, los demás lo sigan propagando en un mutuo proceso de enseñanza y aprendizaje en el que todos aprenden y todos enseñan.
A finales de este mes hasta el 19 de junio, el colectivo visitará Chicago, invitado por el Centro Cultural Segundo Ruiz Belvis, para ofrecer talleres. También, participará de la Parada Puertorriqueña.
Entre bastidores
Lo que sucedió sobrepasó mis expectativas en todas las maneras. Es como cuando la vida te sorprende de forma agradable y quedas ensimismada.
Fregué mi taza; Yari permitió mi iniciativa, entendiendo que es parte del proceso que se vive en el colectivo. Y me fui con un abrazo en el que se agolparon todas mis memorias en las que el juego y la sonrisa eran cosa seria.
Y no había luz está compuesto por Julio César Morales, Carlos José Torres, Francisco Iglesias, Nami “Beba” Helfeld, Pedro Iván Bonilla, Yari Helfeld y Yussef Soto Villarini.
“Ámerica”, pieza invitada a Mayo Teatral en La Habana, Cuba, para el próximo año, será por primera vez presentada en el Taller Teatro Y no había luz del 10 al 14 de mayo de 2017 a las ocho de la noche. Para información, llame al 787-451-8431, envíe un mensaje a ynohabialuz@gmail.com.
www.ynohabialuz.com