Decidí vivir la experiencia completa y eso incluía el popcorn. La bolsita que lo contenía me representaba mucho más que un simple aperitivo; fue cierta memoria de momentos alegres.
Donde se mostraba la utilería era un espacio bastante despejado, aunque una puerta llamativa, un espejo de cuerpo entero y una enorme mesa de madera determinaban un tipo de proscenio. No recuerdo haber asistido a un circo; si lo hice, mi mente lo borró. Pero, indudablemente, podía tener cierta idea clara; aunque el subtítulo de Banquete: un espectáculo de circo contemporáneo aseguraba ya una función apartada -de algún modo- de los ofrecimientos circenses tradicionales.
Ciertamente, el elenco — descrito aquí como todo el colectivo que laboró desde la producción hasta la presentación y que alcanzó aproximadamente una veintena de personas (desde artistas del circo hasta músicos) — nos tenía preparada una narración en la que más allá de sorprendernos con la maestría de las habilidades propias del circo como el malabarismo, la acrobacia y el equilibrismo, estas servían en función de la historia que no nos es ajena.

De modo que un convite en el que se reúnen personajes variopintos que muestran sus destrezas uno por uno podría parecer una exhibición de confraternización que me supo a más. Se asemejaba a una audición para tener derecho a sentarse a la mesa y quedarse en ella, o sea, una manera de apropiarse de su lugar de pertenencia. Mientras que el personaje que representaba el poder, la supuesta jerarquía máxima, nada tuvo que hacer; solo comer y beber.

Mediante un guiño a los espectadores, particularmente a los adultos, Banquete hace alusiones a momentos de nuestra historia reciente. Ya en el programa de mano y mediante una cita del dramaturgo alemán Bertolt Brecht que lee: «No aceptes lo habitual como cosa natural. Porque en tiempos de desorden, de confusión humanizada, de humanidad deshumanizada, nada debe parecer natural. Nada debe parecer imposible de cambiar», pude reconocer que este espectáculo — producido por la Asociación ACirc — tenía dos capas. Como un evento para toda la familia, la primera fue la hábil ejecución de los lenguajes escénicos, destinados a la captación de la mirada atenta y partícipe. Por su parte, la segunda, de mayor sutileza, correspondió para lo que en mi percepción denotó un lema que podía distinguirse bien: «Cuando los de abajo se mueven los de arriba se tambalean» (Ángel Ganivet, escritor español, en su Idearium español).

Dicha presentación, creada por la misma organización sin fines de lucro que lleva a cabo magnos eventos como Circo Fest y en la que se integraron las propuestas de cada uno de los artistas, es una nueva muestra por parte de sus ingeniosos desarrolladores de que el entretenimiento puede (y en mi parecer, debe) desempeñar un vínculo cónsono con lo social. «La sátira es el arma más eficaz contra el poder: el poder no soporta el humor, ni siquiera los gobernantes que se llaman democráticos, porque la risa libera al hombre de sus miedos», (Dario Fo, actor y escritor de teatro italiano).
Dado el éxito de Banquete, se han abierto dos funciones durante este fin de semana. La de hoy domingo comienza a las cinco de la tarde, en El Bastión.
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Nota: Nuevas funciones el sábado, 21 de diciembre a las 7:00 pm y el domingo, 22 de diciembre a las 5:00 pm.
Imagen de portada: El circo tiene la mágica capacidad de sorprendernos y atraernos a su universo. En la imagen, Christian García, José Carreño, Glorimar Sierra y Jafet Irizarry. Foto por Maite Rivera Carbonell