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Retrospectiva del artista modernista cubano Wilfredo Lam se exhibe en el Museo Reina Sofía

Hasta el 15 de agosto de este año, el Museo Reina Sofía presenta una retrospectiva de la obra del artista Wifredo Lam (Sagua La Grande, Cuba 1902 – París, 1982) a través de un recorrido de cerca de doscientas cincuenta obras entre pinturas, dibujos, grabados y cerámicas, enriquecido además con documentos y fotografías; una exposición que ahora va a Madrid después de haber gozado de enorme éxito en el Centro Pompidou de Paris y en la que se verán obras tan destacadas como Les Noces, (La boda, 1947) procedente de la Neuenationalgalerie de Berlín; La Rumeur de la terre, (El rumor de la tierra, 1950) que llega desde el Guggenheim de Nueva York o Les Abaloches dansent pour Dhambala, dieu de l ́unité, (Los abalochas bailan para Dhambala, dios de la unidad, 1970) prestado por una colección particular.

A la muestra, patrocinada por Abertis, se han incorporado algunas obras poco conocidas de los años que Lam pasó en España y que no han sido vistas en la capital francesa, testimonio del aprendizaje y vida del artista en los quince años que vivió en España (desde 1923 hasta 1938).

El Reina Sofía dedicó una exposición a la obra pictórica de Wifredo Lam en 1992. La retrospectiva actual pretende resituar su obra dentro de una historia del arte internacional de la que Lam es un actor esencial, y aunque traza la trayectoria pictórica del artista, también se extiende sobre su obra gráfica –en particular sus series de grabados de los años sesenta y setenta–, sus colaboraciones con los más destacados escritores, pensadores y artistas de su tiempo, así como su particular exploración en el campo de la cerámica. Esta muestra hace hincapié en las progresivas etapas de un trabajo construido entre España, París-Marsella y Cuba.

Transversalidad y compromiso

Probablemente debido a que su padre era chino y su madre mulata, Wifredo Lam tomó conciencia desde muy joven de la cuestión racial y de sus implicaciones sociales y políticas en Cuba, en Europa y, más tarde, en Estados Unidos. En las cartas que envió desde España a su familia y a su amiga Balbina Barrera, más allá de las preocupaciones cotidianas de una vida a menudo muy precaria, expresa su inquietud ante los peligros crecientes, pero también un malestar recurrente y difuso que no tardará en identificar directamente con la condición colonial, a través de la amistad y los encuentros sobre todo con Aimé Césaire, que publica Cahier d’un retour au pays natal –ilustrado por Lam– en 1940.

Sin embargo, sus lecturas y convicciones marxistas forjadas en la lucha española y el antifascismo europeo, concentran su atención en las relaciones de clase y de dominación, más que en los pensamientos raciales. Asociado a diversos ambientes nacionales, sociales y culturales, siempre mantuvo una postura distante, sin caer en los papeles ni las proyecciones de identidad que le imponían, e inventó un lenguaje propio, único y original para defender la dignidad de la vida y la libertad.

Lam fue un artista curtido por sus múltiples viajes y exilios que influenciaron la modernidad de su trabajo. Sus creaciones ocupan un lugar singular en el arte del siglo XX como ejemplo de la circulación plural de formas e ideas en el contexto de las vanguardias, y de los intercambios entre distintos movimientos culturales, mucho antes de que la cuestión de la globalización se comenzara a plantear en los años 90. Se codeó con todas las vanguardias del momento, afrontando también los problemas del mundo, y fue iniciador de una pintura que integraba el modernismo occidental con símbolos africanos o caribeños. Su obra, profundamente comprometida, explora la diversidad de expresiones y de medios.

La obra de Wifredo Lam, reconocida y presente a partir de los años 40 en las colecciones privadas y museísticas más destacadas del mundo, sigue siendo objeto algunas veces de malentendidos. Pese a que recibió la atención, los apoyos y los comentarios de autores esenciales a los que conoció a finales de los años 30 en París (Picasso, Michel Leiris, André Breton), y posteriormente, en la década de 1940, en las Antillas, Cuba y Haití (Aimé Césaire, Fernando Ortiz, Alejo Carpentier, Lydia Cabrera, Pierre Mabille…), algunos enfoques culturalistas han alterado la percepción de una obra compleja que se inventa y articula entre diversos espacios geográficos y culturales.

www.museoreinasofia.es

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