Esto no es en absoluto resultado de una entrevista formal sino la visitación a una casa que no me es ajena. Creo con paciente entusiasmo que la vibración cósmica —entiéndase la energía de los seres— nos coloca, incluso en callecitas muy estrechas, ante personas que le dan una vuelta de tuerca a nuestro relato personal.
Fue inesperado que en mis treinta —muy a principios de esa década— decidiera participar en algún tipo de experiencia artística en conjunto. Yo, que siempre había sido en extremo introvertida, desperté un día con ansias por bailar. Puedo asegurar que fue un momento en que necesitaba salvarme (aún permanece ese vehemente anhelo de la sanación). En la búsqueda, me habían comentado sobre el Programa de Danza —avalado por el Departamento de Recreación y Deportes— que en ese entonces se ofrecía en el Conservatorio de Música de Puerto Rico. Y allí la conocí o ¿fue un poco antes cuando la organización sin fines de lucro Asociación Profesionales de Danza de Puerto Rico (AproDanza) brindaba su primer taller abierto a la comunidad y libre de costo, en el Museo de Arte de Puerto Rico? Continúa mi leve desmemoria.

Algo de la primera impresión me inquietaba. En mi total inexperiencia dancística, Mayra —con un porte y un garbo hermosísimos— me parecía muy difícil de alcanzar en el campo que ella domina con suma madurez investigativa y que le ha otorgado ser bailarina y profesora en Estados Unidos, Italia y Puerto Rico. Han pasado los años y aun cuando no cuento con la preparación académica ni la destreza corporal para la danza propiamente establecida y reconocida, ella me brindó la estructura y la conciencia corpórea que me movería en mis performances.

Luego de los primeros encuentros creativos y de observarla dando sus clases a bailarinas y bailarines en diversas edades, reconozco en Mayra un amor supremo hacia quienes la siguen en la expresión del cuerpo. De ese modo y con la avanzadilla del reloj, me desvestí el miedo y me permití la confianza. Cofundadora y directora ejecutiva de AproDanza, escritora de un libro acerca de este arte que espera ser publicado pronto y coautora —junto al músico Jaime Rivera— de un manual de música para la danza académica, dirigido a la facultad de baile que trabaja con niñas y niños de 3 y 4 años, ella es defensora tenaz de la investigación y la educación en la práctica del movimiento. Asimismo, aboga —sobre todo— por el tema de la salud en el ejercicio de esta disciplina y la importancia de que las bellas artes se complementen. Como gestora en educación cultural, la también coreógrafa ha perseverado —durante toda su existencia profesional— en que la danza en la Isla reciba igual reconocimiento e importancia que otras ejecuciones artísticas.

Eje de la celebración del Día Internacional de la Danza en Puerto Rico —que este 29 de abril se le dedicará a la música que se compone para las y los danzantes—, Mayra es un ser suave, cercano, espiritual. «He tenido momentos muy sublimes como estar bailando y decirme: Dios mío, estoy sola. Experimenté una sensación óptima de sensibilidad y trascendencia. Hice mis movimientos sola con tal brillantez que me fue llevando a un éxtasis espiritual con Dios», me confesó con total introspección.
Era hora de irme de su casa. Mayra me dijo: «amiga». Todavía esa palabra sigue retumbando en mi cabeza.
El Día Internacional de la Danza –reconocido por la Unesco— será celebrado en el Conservatorio de Música de Puerto Rico, en Miramar, el lunes, 29 de abril. Para detalles, acceda a la página oficial de AproDanza en Facebook.