Lío Villahermosa: el aura de un artista poseído por la memoria

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No sé si él intuía que yo andaba escudriñándolo como cuando abres un reloj para observar sus diminutas piezas. Mientras conversaba, se detuvo un momento y me dijo: «si hablo muy deprisa, me lo dices». Me quedé sorprendida con su advertencia porque si hay algo característico en él es esa manera de hablar con los ojos mirando a una especie de nostalgia que no puede ser de otra forma que pausada, lenta, como las horas que ya no regresarán.

Todo en su ser tiene un aire de reposo, de añoranza, de recogimiento, de introspección y pienso que de una elevada autoevaluación. Sinceramente, no creo que en el performance se desprenda de ese soplo suave que lo acompaña aun cuando arrase con su falda en el escenario, que puede ser bien una plaza pública.

«Creo en la herencia, en la genética, en la predisposición. Mi papá era artista, bailador de bomba», afirmó Lío Villahermosa cuando le pregunté sobre su instinto en el arte. «Me crié en un hogar humilde. Tuve mucho tiempo para desarrollar la creatividad. Pasé mi niñez creando», agregó, quien admitió el apoyo cabal de su madre. 

Foto suministrada

Yo retomo las fotos que me envió para este artículo. Una de ellas, en especial, me cautiva hasta el estremecimiento. Está sentado, con un cigarrillo en la mano, los ojos cerrados, vestimenta negra, al fondo cantan, y a su lado una mesa, que más que un sencillo elemento de decoración, me apetece creer que es el vínculo entre la sombra y la luz. Lío se reconoce sensible, espiritual, con la fina capacidad de ver belleza en todo lo que va absorbiendo en su transcurrir.

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Lo miro fijamente, sólo atisbo su perfil, su vista perdida en alguna ensoñación que no cuenta. Había narrado sus inicios en el dibujo, su fascinación por el carbón, el grafito, la conexión entre lo blanco y lo negro. Sus obras artísticas, particularmente en pequeños formatos, no sólo le han permitido tratar asuntos muy personales como su propensión a afecciones en los huesos, sino a realizar una especie de homenaje a sus afectos, por lo que los dibujó de perfil, con la reverencia de los ojos cerrados y coronados como una manera de agradecimiento. 

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«No hay sensación que me llene de mayor plenitud y felicidad que mirar un trabajo que acabo de hacer, saberme capaz de crear algo así», sostuvo Lío, quien admitió que es muy crítico consigo mismo. Pero Lío tiene “la falda bien puesta”. Con ella ha explorado otra herramienta como bailador de bomba, ejercicio que comenzó como un trato de vínculo con su padre fallecido. 

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Por su parte, la memoria de este creativo nada entre los recuerdos y las actuales vivencias santurcinas. «Yo amo a Santurce. Me ha dado tanto y vivo en la constante duda de si debo dejarlo ir», comentó para aceptar que «yo celebro la vida y me duele la vida».

Indudablemente, Santurce le ha brindado una de sus más grandes pasiones: la vida e historia de la compositora Sylvia Rexach. «Yo me conecté con su espíritu, yo la siento», confirmó. «Esa mujer y todo lo que representa no se ha salido de mi cabeza. Ella me hizo acercarme a Santurce; estoy en el lugar que ella habitó». 

Así, el artista, junto a colaboradores amigos, le han realizado tributos a la célebre Sylvia. Y hoy, precisamente, celebrará, como parte de un proyecto comisionado por el Museo de Arte Contemporáneo de Puerto Rico, el recorrido histórico Sylvia Rexach: Inédita.

Finalmente, quise saber qué le inquietaba en relación a las cuestiones sociales: «Algo que me preocupa de nuestro país es lo desechable, que olvidamos, borramos la historia». Asimismo, puntualizó que «los artistas y los gestores culturales debemos unirnos para luchar y organizarnos por nuestros derechos». 

Convencido de que el arte nos salva, nos une y nos fortalece, Lío se levantó y me preguntó: «¿Te puedo abrazar?»Yo: «Por supuesto, me encantan los abrazos». En ese sensible gesto suyo recordé por qué lo había observado al principio como si fuera un tipo de reloj. Y es que en él habitan las memorias más primitivas y ancestrales de la verdadera esencia humana.

Para información acerca de la actividad Inédita: un recorrido, llame al 787-977-4030. El lugar de encuentro será en el Museo de Arte Contemporáneo de Puerto Rico, en Santurce, hoy domingo, 1 de julio a las siete de la noche. 

www.mac-pr.org

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