Siempre me he cuestionado dónde termina la realidad y comienza la ficción o la inmensa posibilidad de que la realidad -lo que nombramos como tal- no exista. Ciertamente, el uso eufórico de las redes sociales y las creaciones tecnológicas cada vez más ¿utópicas? provocan esa constante sensación de incertidumbre. Aquí cabría más bien la pregunta: ¿cuánto de cierto tiene la mentira?
Sin duda, todos nos hemos convertido en manipuladores; las redes sociales dan cuenta de ello. La distorsión de nuestra existencia queda vagando incluso cuando apagamos los dispositivos electrónicos e intentamos dormir. Y aunque idiota pueda tener varias connotaciones como tonto e ingenuo, quizás el idiota no lo es tanto. Vale recordar la frase: hacerse el idiota, o sea, una corrupción del propio yo para tratar de engañar a otro. Digo tratar porque ¿quién sabe quién engaña a quién?
Gracias a la dirección de Omar Torres Molina, nos llega la puesta en escena Idiota, del dramaturgo catalán Jordi Casanovas. Dicha obra — que ha tenido gran acogida internacional — es ¿realmente? un juego con la distopía disfrazada de panorama deseable. También es un experimento en cuanto el público deja de serlo al quebrarse la nombrada cuarta pared. Los espectadores deberán abandonar el marasmo para entrar en acción. O quizás no. Cada cual sabrá qué hacer ante el reto propuesto.
Para desarrollar esta actividad lúdica con apariencia de engañifa, René Monclova y Suzette Bacó serán, respectivamente, el “paciente” por dinero y la psicóloga de una destacada Fundación. René y Suzette — destacadísimos en los periplos actorales — tendrán a su cargo el humor y el suspense en esta pieza que nos enfrentará a la vorágine de los espejos.
Bueno, ¿lo cierto? es que todo lo anterior es mi imaginación, creando su propia versión. Bien puede que Idiota vaya de otra cosa.
Idiota se presenta desde hoy viernes, 31 de mayo, en el Teatro Victoria Espinosa. Los boletos están disponibles en Ticket Center. También, puede llamar al 787-792-5000.
Imagen de portada: René Monclova y Suzette Bacó son los coautores de un juego extremo entre apariencias de realidad y de ficción. Foto suministrada
