Fernando Madera: una cromoterapia musical y la palabra libre

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Me comentó: «¡Qué linda pregunta para empezar!». Y es que me urgía saber cómo entiende la música desde el impulso espiritual. El ánimo vigoroso de su expresión podría considerarse contradictorio a su respuesta. Pero no. Esa conexión psíquica y hasta corporal con las notas le ofrendan —como una madre con los brazos abiertos a un hijo— la calma, el sosiego. Más aún, afirmó que era su forma particular de traducir y articular una palabra tan vasta como lo es Dios. 

En esa exuberancia de gestos y viveza que él propone al hablar, sin duda, hay una íntima relación en la aptitud y la intuición con los símbolos gráficos. Sus composiciones se adentran a un vacío que no es en absoluto la nada sino ese espacio infinito donde se conserva todo.

Cantautor y compositor Fernando Madera. Foto suministrada.

Incluso cuando su vivencia terrenal está innatamente vinculada con la música y muchos podrían pensar que es una constancia de sonidos lo que él experimenta, aseguró no temerle a los silencios y la necesidad de compartirlos. Además, franco observador supo mantener la mirada fija y así confirmó su creencia: el diálogo que se mantiene directo a los ojos.

Extrañé no verle con su guitarra. Creo que todos a nuestro alrededor se hubieran extasiado con tan sólo unos versos suyos. Fernando reconoce en las cuerdas su propio cosmos que no es abierto y despejado sino una especie de laberinto, de rompecabezas, de vibración, de meditación. Ella —su instrumento— es parte de un especial concepto mitológico en el que se convierte en un tótem ascendido.

Fernando Madera. Foto suministrada.

Obviamente, hay algo o mucho de elemento de rito en ese entrelazamiento instrumental y hay instantes que como fotogramas capturan sus letras y que pueden ser repetidos con únicamente darle un clic a la reproducción. De modo que la palabra —el vehículo supremo de este cantautor y compositor- es una medida longitudinal que puede esparcirse en tiempo y espacio y nunca debe ser forzada. 

Asimismo, como un navegante se desplaza sobre la eternidad salada, Fernando y su nuevo sencillo Navío guardan para los oyentes atentos una analogía profunda entre la música y el mar. Al mencionarle acerca de la evocación ancestral del agua con las emociones, se declaró hipersensible. 

La agenda colmada de presentaciones y grabaciones y creaciones no son obstáculo para este artista fabricar su especial forma de conectar con la gente. De esta manera, ha realizado conciertos en el que sólo han participado unas cuantas personas. Esto no es para nada resultado de pobre aceptación. Al contrario, es un regalo de Fernando hacia las personas que quieren escucharlo conmovidas en una atmósfera realmente cálida y cercana. Y como todos somos paradojas, él disfruta la soledad, pero también le tiene miedo. Sabe la necesidad que representa “vibrar” con alguien. 

Fernando, ciertamente, es un ser que se expone a la libertad, atendiendo a lo dulce y lo amargo que pueda traer esa máxima facultad de la voluntad. Sostuvo, a su vez, que suele describir tanto las emociones como los sentimientos mediante colores. Para mí e imagino que para muchos, él es un espíritu policromático.

Hace días, mientras escuchaba su canción Para calmar tu llanto, me libró de la congoja de mis monstruos de la noche. Se lo agradecí. Los seres nos salvamos unos a otros, muchas veces sin darnos cuenta.

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