Cuando se pone el sol y las noches tumultuosas para la memoria

Si lo contaras con gracia

Aquello fue vertiginoso. Todo se movía como si alguien hubiera apretado el botón que tienen algunas aplicaciones cibernéticas para acelerar los vídeos. En ese ir para acá y para allá ya estábamos dentro de la mezcla extravagante del ensayo; yo, como única espectadora que hacía lo posible por taparme la boca con el dorso de la mano o la libreta para que el ruido de mi risa no interrumpiera. 

¿Sabes cuando uno asiste a algo —cualquier cosa— y supones que te vas a encontrar con x y resulta todo lo contrario? Así fue. 

Y es que a Christian Nieves Santiago —director de esta puesta en escena— se le ocurrió adaptar al teatro un libro de cuentos de la escritora puertorriqueña Magali García Ramis, luego de que su amiga Giselle Román le recomendara el texto y coincidiera que Blanca Lissette Cruz —una de las actrices en esta obra— leía el mismo libro para esos días. 

Sin duda, Christian y el elenco (porque en la pieza que elabora este director los actores y las actrices han tenido plena inmersión en la confección del libreto) pudieron haber creado otras formas para narrar lo que nos ofrenda Las noches del Riel de Oro (1995). Pero entre todos montaron una serie de viñetas (a lo que Christian llamó “teatro de fragmentos”) que se sostiene en los relatos de García Ramis: entre la emigración boricua a Nueva York, los latinoamericanos en “la gran ciudad”, el acercamiento a las identidades caribeñas y latinas, y los sucesos que marcaron la historia de la década de los años setenta.

Una de las escenas de la pieza teatral que se vale también del acercamiento a la memoria y sus recuerdos. Foto suministrada

«Hermoso. Respira un poco más», dijo Christian a Blanca Lissette. Ella asintió. «Me encanta lo que estás proponiendo», le afirmó a Marisa Gómez Cuevas (actriz que será parte de la obra cuando esta se presente próximamente en Cuba). «Busca la musicalidad», le sugirió. En ese fluir suave y determinado, el director convirtió el ensayo en una propuesta constante de un lado y del otro. 

Las escenas se sucedían una tras otra con extrema rapidez. El elenco entraba y sacaba la utilería. Se convertía cada uno en más de un personaje. Giuseppe Vázquez —encargado en esta ocasión de la utilería— “tiraba” las líneas que les corresponden a los personajes que interpreta Omar Torres Molina (quien se encontraba laborando en otra obra). Y, claro, como en ese momento no había sonido musical disponible, Christian y Giuseppe hacían las veces de cantantes y onomatopeyas. Todo, a la velocidad del rayo. 

Cierto es que dicha adaptación teatral juega mucho con las sonoridades simultáneas y los movimientos incesantes, los cruces de palabras y cuerpos. El espacio se transforma abrumador —sin llegar a asfixiar— porque en esas confluencias están las personificaciones de innumerables existencias que vivieron en aquella convulsa década (que no se distancia demasiado —aun cuando sean distintas las circunstancias— de lo que experimentamos ahora).

«Confío en mi elenco», manifestó Christian, también actor. ¡No cabe duda! Siendo The Gold Rail Restaurant el espacio destacado de la acción y los variopintos personajes, asimismo se da un recuento de la memoria y sus recuerdos. Desde un escritor “venido a menos”, una mesera “aborrecida”, un bartender grosero, cabras, y una mujer que intenta sobrevivir en lo áspero de la metrópoli, entre otros seres muy singulares, se va conformando un tipo de mosaico fotográfico. Sin intención alguna de colocar etiquetas ni condensar en unas cuantas palabras el registro expandido del elenco y el director, resalto: en Blanca Lissette Cruz la pericia actoral de quien conoce el universo teatral en sus más mínimos detalles; de Christian Nieves Santiago, la capacidad para la chispa y el ingenio que procede con diligencia y prontitud, y un grato sentido en la dirección; en Marisa Gómez Cuevas, definitivamente, las admirables gradaciones en el humor; de José Eugenio Hernández, esa comodidad en la ejecución actoral que transmite cónsona a su maestra facultad interpretativa; y atención al actor Anthony Rivera, el más reciente en el oficio: disciplina, entrega y verdad. Aunque no pudieron estar presentes durante la entrevista, distingo igualmente en el ejercicio teatral a Omar Torres Molina e Ivonne Arriaga. Por su parte, los actores Giuseppe Vázquez, responsable de la utilería, y Gabriel Soto, del vestuario, son piezas creativas y fundamentales en el desarrollo de la obra, al igual que Pamela López en el diseño de luces.

Artistas junto a la escritora Magali García Ramis. Foto suministrada
Reunión de verano combativo

Conocer a la autora era indispensable. Así, Christian, Blanca Lissette y Magali se encontraron —gracias a las gestiones del librero Alfredo Torres Otero— en el Viejo San Juan, mientras ocurrían las manifestaciones que se desarrollaban en nuestra revolución del verano. «Con esa reunión pude reafirmar ese universo que habíamos desarrollado», aseguró Christian.

Además y mediante acercamiento escrito, la literata respondió a varias preguntas que le envié. «Algunos cuentos que yo escribí en las décadas de 1970, 80 y 90 reflejan parte de esas luchas que se vivieron contra las dictaduras y la hegemonía del capitalismo avanzado en esos países y de pronto vemos que estamos de nuevo teniendo que marchar y denunciar y tratar de ayudar a la gente progresista de todas las Américas porque no está resuelto nada», sostuvo García Ramis. «(…) Hay personajes en esta puesta en escena de Las noches del Riel de Oro que representan el mundo en esas décadas, pero también resultan contemporáneos».

A preguntas acerca del libro y si representó «una nueva trayectoria» en su narrativa, respondió: «A algunos críticos no les gustó ese libro porque precisamente esperaban algo distinto; a otros, les gustó y lo consideraron como “nueva trayectoria”. Uno solo escribe y no puede autoanalizarse o, al menos, no debe, porque entonces es posible que pierda toda naturalidad al escribir».  

Y sobre el encuentro reciente con el grupo de artistas para esta puesta en escena compartió que: «Los actores me explicaron qué se proponían y cómo habían ido hilvanando personajes de diversos cuentos del libro, partiendo del Riel de Oro. Yo rememoré esos años y ese local tan importante en mi formación como persona y como escritora. Fue trabajando ahí que yo escribí mi primer cuento: Todos los domingos, que me valió el Primer Premio del Certamen de Cuento del Ateneo Puertorriqueño y trazó mi ruta hacia la escritura narrativa. Hablamos de los personajes y de cómo éramos en esos días, y de cómo cada quien pensaba representarlos».

Los personajes variopintos son un caleidoscopio de identidades caribeñas y latinoamericanas, en la convulsa década de los años setenta. Foto suministrada
Hay un oficio

Tras los aplausos, los reconocimientos y los agradecimientos, siempre habrá historias que contar. Antes de que el ensayo comenzara, nos dimos unos minutos para reflexionar sobre el estatus del teatro nacional. 

Ahora, por ejemplo, ha “estallado” la noticia del desmantelamiento del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Pero es de todos conocido que los embates a las artes y la cultura puertorriqueñas llevan ocurriendo hace mucho. 

Definitivamente, la producción teatral ha estado padeciendo los estragos de la escasez de fondos y las políticas de austeridad. «Estamos pagando por trabajar», expresó José Eugenio, con relación a los gastos de producción, tiempo invertido y más que no llegan a compensarse con los recaudos recibidos por la venta de boletos. Mientras que Christian —cuya obra se produce en colaboración entre Caribe Bestial y Alfonsina, Inc.— comentó: «Lo estamos haciendo (el teatro) a pulmón, pero ante no hacerlo, siempre (prevalece) el deseo y seguir manteniéndonos vigentes». De otro lado, Marisa expuso que: «Uno está creando la cultura. Es importante hacer teatro puertorriqueño». Para Blanca Lissette, incluso cuando sabe que hay muchas personas interesadas en este tipo de teatro, «no tenemos los medios de publicidad para la difusión». Al finalizar, Anthony reconoció que es clave la educación artística y cultural destinada a las niñas y los niños.

Hay noches en las que se convocan las imágenes corroídas por el viejo, exasperado y nada vencido reloj para aclararle a la memoria nada confiable que lo que éramos somos.

Cartel de Las noches del Riel de Oro, una adaptación teatral de los cuentos de Magali García Ramis. Dirigida por Christian Nieves Santiago. Foto suministrada

 

Si desea colaborar para el viaje a Cuba del elenco de esta obra en representación de Puerto Rico durante el Encuentro Internacional de Teatro Pueblos Escena a celebrarse en Ciego de Ávila y Camagüey, puede realizar su donativo a través de ATH Móvil al 787-391-1269, PayPal.Me/jeha74 o en Venmo: @JoseEugenio-Hernandez. 

Del jueves, 21 de noviembre al domingo, 24 de noviembre Las noches del Riel de Oro se presentará en la Sala Experimental Carlos Marichal, del Centro de Bellas Artes, en Santurce. Boletos disponibles en www.ticketerapr.com. Descuento disponible para estudiantes. 

NOTA: Gracias a la artista Paloma Gutiérrez por coordinar estos maravillosos encuentros entre el colectivo artístico del teatro y yo.

Imagen de portada: El elenco está compuesto por Blanca Lissette Cruz, José Eugenio Hernández, Omar Torres, Ivonne Arriaga y Anthony Rivera. Marisa Gómez será parte de la obra durante el viaje a Cuba. Foto suministrada

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