Eros y Tánatos, los poderes que circundan a la vida. Nada pareciera tan complejo como estas dos fuerzas que chocan y se rehacen. Sin duda, la existencia toda puede ser contemplada por el movimiento físico y espiritual de estas capacidades vitales.
De ahí que el arte —que sorbe del acto de vivir— se exprese inmerso entre dichas realidades. Pero mucho más allá de composiciones tópicas que se revuelven en trivialidades y en “manoseos” líricos, Eros y Tánatos exigen una profunda comprensión y un acercamiento firme.

Los músicos de la banda Baba Gris alcanzan esto último con su versión de Mi subconsciente amor, de la compositora puertorriqueña Sylvia Rexach. Como un tributo a la poeta y música, Baba Gris, compuesta por Juan Carlos Mata Calle en la voz, la guitarra y el piano; Manuel “Kike” Rodríguez en el bajo; Jayson Yordán Martínez en la percusión; y Carlos Dimas Martínez en la guitarra, nos invita a adentrarnos en la trama complicada de los amores que esperan, de los amores que aman a más de un amor, de los amores que mueren y los que sobreviven.

Así, la versión de Baba Gris —mezclada en Argentina por Eduardo Bergallo— y el vídeo —dirigido por el cineasta guatemalteco Javier Borrayo— tiene su propio vocabulario, que aun cuando respeta la melodía original busca afianzarse en unos sonidos y unas imágenes particulares que la identifiquen como fruto de la banda.
Por su parte, la composición audiovisual, en la que intervienen el artista plástico Emanuel Torres-Pérez, la bailarina Karen Langevin, la cantante Génesis Ramírez y la artista plástica Estefanía Rivera, cuenta con una narrativa que puede asemejarse al encierro no únicamente corpóreo sino emocional. La casa, la burbuja, el sueño, la vida vista desde ojos ajenos, el parpadeo son todos temáticas, símbolos de la clausura. En ese o esos minúsculos mundos que nos presenta Mi subconsciente amor por Baba Gris, la sensación de asfixia es inevitable.

Ciertamente, el guion proporciona un relato visual que se complementa a la perfección con la historia de la voz. El sentimiento que permanece al terminar de escuchar y ver este cuento es de agotamiento, cansancio, de una grave pena que se queda vagando por los estertores de la memoria.

Baba Gris, que en su música combina desde jazz y rock hasta ritmos caribeños y afrocaribeños, de vanguardia y latinoamericana, lo ha logrado una vez más. Primero con el vídeo Guatemala —también dirigido por Borrayo— y ahora con Mi subconsciente amor se posiciona como una banda de alcance mundial.
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