Artemisia Gentileschi se abrió paso en el mundo del arte del siglo XVII en Italia, siendo la primera mujer admitida a la Academia de Arte y el Diseño de Florencia. Su tema feminista sigue siendo relevante hoy en día y se muestra en el Museo de Roma como una de las precursoras del caravagismo.
La trayectoria personal y profesional de Artemisia Gentileschi (1593-1653) cautiva al público además porque es vista como una precursora de la afirmación del talento femenino, equipada con una combinación única de carácter y voluntad. Su talento le permitió a temprana edad, cuando llegó a Florencia de Roma, a ser la primera mujer admitida a la Academia del Arte y el Dibujo de Florencia. Y así, ya de adulta, aprendió a leer y a escribir, a tocar el laúd y a frecuentar el mundo de la cultura en su sentido más amplio. La fuerza de su carácter le permitió superar la violencia doméstica y dificultades financieras. Las apasionadas cartas que le escribió a su amante Francesco Maria Maringhi, un noble sofisticado y compañero amoroso y fiel a lo largo de toda su vida, revela su espíritu libre. Su temperamento era tal que aún bajo tortura (a la cual fue sometida durante la demanda legal que hizo su padre en contra de Agostino Tassi, su maestro, por violarla), dijo: «Este es el anillo que me diste, y estas las promesas», burlándose con sarcasmo de las promesas vacías de un casamiento de apuro.
La exhibición abre hasta el 7 de mayo de 2017 en el Museo de Roma en Palazzo Braschi, bajo el auspicio del Ministerio Italiano del Patrimonio Cultural, Actividades y Turismo, promovido y producido por Roma Capital, Departamento de Desarrollo Cultural — la Superintendencia de Roma del Patrimonio Cultural y Arthemisia Group, y organizado por Zètema Progetto Cultura. Cubre toda la vida profesional de Artemisia Gentileschi, permitiendo a los visitantes seguir su vida y obra paralelo a la de sus colegas.

Danae (Dánae), 1612 ca.
Olio su rame, 40.5 x 52.5 cm
Saint Louis Art Museum
Foto cortesía del Saint Louis Art Museum
Hay aproximadamente 100 obras en la muestra, traídas de todo el mundo, desde colecciones privadas prestigiosas y de algunos de los museos más importantes, en directa comparación entre la artista y los pintores que frecuentaba en Roma, Florencia, Nápoles, Venecia y Londres.

Giuditta e la fantesca Abra, 1613 ca.
Óleo sobre tela, 114 x 93.5 cm
Florencia, Gallerie degli Uffizi
Gabinetto Fotografico delle Gallerie degli Uffizi
La idea inicial de la exhibición vino de Nicola Spinosa, encargado de curar la sección napolitana, mientras que Francesca Baldassari es responsable por la sección florentina, y Judith Mann curó la sección de Roma. El catálogo acompañando la exhibición, publicado por Skira, da un recuento de los eventos personales y profesionales de la vida de Artemisia y contiene descripciones de las obras en la exposición con el beneficio de los más recientes estudios técnicos y documentos encontrados.

Giuditta decapita Oloferne (Judit decapita a Holofernes), 1617
Óleo sobre lienzo, 159 x 126 cm
Nápoles, Museo di Capodimonte
© Museo e Real Bosco di Capodimonte – su concessione del Ministero dei Beni e delle
Attività Culturali e del Turismo
Además de las magníficas obras maestras de Artemisia, tales como Judit decapitando a Holofernes del Museo de Capodimonte, Esther y Asuero del Metropolitan Museum of Art, y Autorretrato como una laudista del Wadsworth Atheneum, Hartford Connecticut, los visitantes tendrán la oportunidad de ver la Judit de Cristofano Allori de la Galleria Palatina, Palazzo Pitti, Florencia y la Lucrecia de Simon Vote de la Národní Galerie de Praga. Las pinturas ejecutadas durante sus primeros años en el estudio de su padre Orazio son seguidas por aquellas producidas durante su tiempo en Florencia, influenciadas por las obras de pintores que conoció en la corte de Cosimo de’ Medici, como Cristofano Allori, Francesco Furini y Giovanni Martinelli; otros parecen testimoniar su amistad con Galileo y el tiempo que pasó en su compañía, así como su interés por el emergente mundo de la ópera.

Annunciazione (Anunciación), Olio su tela, 257×159 cm
Napoli, Museo di Capodimonte
© Museo e Real Bosco di Capodimonte – su concessione del Ministero dei Beni e delle Attività Culturali e del Turismo
Siguiendo un itinerario cronológico, las obras de Artemisia se muestran junto con artistas trabajando en Roma en el mismo periodo que Guido Cagnacci, Simon Vouet y Giovanni Baglione, proveyendo recursos de inspiración que llevó a Gentileschi a actualizar su estilo versátil cada cierto tiempo. La exposición concluye con las pinturas de su periodo napolitano, de Jusepe de Ribera y Francesco Guarino hasta Massimo Stanzione, Onofrio Palumbo y Bernardo Cavallino. Los cuadros como la espléndida Anunciación (1630) — también en la exhibición — ilustra este intercambio fértil y comparación.

Cleopatra, 1639-40 ca.
Óleo sobre lienzo, 223 x 156 cm
París, Galerie G. Sarti
Foto cortesía de Galerie G. Sarti
Artemisia Gentileschi
Artemisia Lomi Gentileschi. Artemisia Gentileschi. Artemisia. Estos eran los nombres por los que la conocen tanto historiadores de arte como el público en general. Algunos la consideran una pintora de primer orden, igual o mejor que muchos de sus colegas contemporáneos y futuros; otros simplemente están encantados por sus vengativas Judits, sus Cleopatras, Esters y Magdalenas, sus santas, damas y músicas, por sus colores, por su tenebroso tremendismo caravagesco. Por décadas, a causa de una biografía altamente ficticia de Anna Banti, Artemisia fue vista como una niña violada por el amigo de su padre, Agostino Tassi, quien no sirvió un solo día en exilio ni en prisión. La figura presentada en las páginas de esta gran historiadora de arte parecían no querer más que la aprobación de su padre de su trabajo como pintora y que la amara como su hija. Artemisia fue retratada como haber escogido permanecer distante para proteger su vocación, al punto de alejar al único hombre que amaba, el padre de su hija, Pierantonio Stiattesi, con quien se casó para borrar la mancha de violación de su reputación. Parece haber tenido una sola hija, quien detestaba las brochas y las pinturas y odiaba a su madre que no podía darle afecto ni atención porque estaba demasiado absorta en hacerse paso en un mundo exclusivamente masculino, en donde tenía que cuidarse de revelar sus sentimientos a toda costa por miedo a desautorizarla. Su hija parecía siempre estar presta con una mirada o palabra de crítica a su las maneras de su madre; prefería la modestia de las monjas y la tranquilidad financiera de un matrimonio de conveniencia. Y Artemisia se levantó y se fue, cruzando la mitad de Europa hacia la corte del Rey de Inglaterra para encontrarse con su padre, quien la recibió, pero a la misma vez estaba celoso de su éxito. La corte era fría y sombría, su padre vivió aislado y finalmente murió en sus brazos y lo único que le quedó por hacer fue volver y quizás morir sola en una posada antes de llegar al Puerto de Nápoles.

Autoritratto come suonatrice di liuto, 1617-18 ca.
Óleo sobre lienzo, 65.5 x 50.2 cm
Pero esta no era Artemisia, nunca fue así. El tiempo, los documentos, los papeles que surgieron en los archivos, y quizás muchos más aún no encontrados, le han hecho justicia a una mujer, una artista, una heroína que nunca dudó hacer toque tenía que hacer porque era la única manera de ser una mujer y una pintora a la misma vez en aquel mundo. Ello no era tan niña cuando conoció a Tassi, a quien amó por casi un año. Definitivamente hubo un juicio y a final no se casaron. Se casó con Stiattesi, pero no está claro quién resultó mejor. Estaba locamente enamorada de Francesco Maria Maringhi, un noble de la corta de Florencia — evidencia encontrada en sus apasionadas cartas — quien la salvó de su acusación de robar pintura cuando huyó con sus varios hijos de Florencia a Roma.

Giaele e Sisara (Jael y Sísara), 1620
Óleo sobre tela, 86 x 125 cm
Museo de las Bellas Artes de Budapest
Foto suministrada
Se mudó de casa, hizo nuevos amigos y no pagó sus deudas, para poder seguir trabajando y siendo grande entre las grandes figuras de su tiempo. Su amigo Vouet nos dejó un retrato de ella — pero estamos tan familiarizados con su rostro, que le dio a las más crueles mujeres que pintó. Estuvo en Venecia y luego en Nápoles. Era su propio agente. Tuvo negocios con las personas más importantes en Italia y en Europa, recomendando familiares, posponiendo la entrega de trabajo, escribiendo cartas tanto suplicantes como astutas. Escribió a su amigo Galileo. Su amante Maringhi se fue con ella a Nápoles. Girolamo Fontanella le compuso una oda y en años posteriores le escribió siete más sobre sus pinturas. Se fue a Londres con su padre en donde permaneció por un tiempo luego de su muerte antes de volver a Nápoles donde trabajó duro e hizo muchas promesas para ganar ventaja y comprar sus pinturas.
De acuerdo a las fuentes, fue enterrada en la iglesia de San Giovanni dei Fiorentini . «Heic Artemisia» decía en su lápida, porque a partir de ese momento fue solamente Artemisia, la gran artista.
www.museodiroma.it
www.museiincomuneroma.it
www.arthemisia.it